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Colegios comunitarios y universidades en Brasil

Enviado por uil_admin el Mar, 14/12/2021 - 10:59

¿En qué consiste la iniciativa y dónde se lleva a cabo (ciudad o país, por ejemplo)?

Los colegios comunitarios y universidades de los estados de Rio Grande do Sul y Santa Catarina, en el sur de Brasil, surgieron entre 1940 y 1960 como iniciativas comunitarias con la intención de atraer a la población local que buscaba acceso a la educación superior. El carácter distintivo de las universidades comunitarias (a menudo denominadas Instituciones Comunitarias de Educación Superior, ICES) se refleja en su estado híbrido: combinan las características de las organizaciones estatales y privadas, pero no pueden definirse como ninguna de ellas. Su carácter no lucrativo y no religioso, así como su modo de gobierno híbrido y sus objetivos de desarrollo social, económico y cultural, garantizan la inclusión y dan lugar a estructuras de gestión que permiten la representación de la comunidad local y un proceso democrático de toma de decisiones. (Fioreze y McCowan, 2018).

¿Cómo se estableció la iniciativa? ¿Cómo fue implementada?

El modelo de institución comunitaria se originó en el siglo XIX, cuando los inmigrantes europeos, principalmente de Alemania, pero más tarde también de Polonia e Italia, establecieron asentamientos en el sur de Brasil y abrieron escuelas para educar a sus hijos (Fioreze y McCowan, 2018). Las universidades comunitarias y los colegios que surgieron en la segunda mitad del siglo XX están igualmente comprometidos con el desarrollo local de los aspectos económicos y socioculturales de las regiones, a través de una amplia investigación y compromiso con la comunidad. Santa Catarina cuenta con 16 universidades funcionando en 56 ciudades, proporcionando educación a más de 150,000 estudiantes (Unochapecó, 2020).

La tendencia a nombrar a los profesores establecidos en puestos administrativos y directivos como desarrollo de carrera, significa que las instituciones sufren de una falta de dirección profesional. De ahí que la mayoría de las instituciones comunitarias de enseñanza superior demuestren la necesidad de profesionalizar su administración, lo que conduce a una reingeniería del campus justificada por la necesidad de reducir los gastos (Fossatti et al., 2020).

¿Qué partes interesadas participan en el diseño y/o la ejecución de la iniciativa? ¿Qué sectores representan?

Combinando características de las instituciones educativas privadas y públicas, las universidades comunitarias representan simultáneamente los sectores privado y público, sin pertenecer a ninguno de ellos. Las universidades comunitarias son instituciones sin ánimo de lucro, que no tienen un propietario privado, sino que pertenecen a una fundación o asociación. La legislación nacional obliga a las ICES a reinvertir todos los beneficios económicos en la universidad. Se calcula que el 80% de su financiamiento es privado, incluyendo las cuotas de estudio y las donaciones, y el 20% es público, lo que constituye exenciones fiscales. Las partes interesadas que apoyan a los colegios comunitarios y universidades incluyen al gobierno, los donantes que proporcionan fondos para becas, los miembros de la comunidad regional, los representantes de diversos segmentos académicos como los profesores, los estudiantes y el personal no académico, y los vicerrectores, que son elegidos democráticamente para representar al personal académico (Fioreze y McCowan, 2018).

¿Cuál es el impacto de la iniciativa para facilitar el aprendizaje a lo largo de la vida? ¿A quiénes beneficia y cómo?

La creación y el desarrollo de las ICES han dado lugar a un aumento del nivel educativo en los dos estados. Veinticuatro universidades comunitarias en los dos estados proporcionan una tasa neta de matriculación del 21.3% en Río Grande do Sul y del 23.2% en Santa Catarina, cifras superiores a la media nacional del 18.1%. Los estudiantes que se matriculan en las ICES acceden a programas educativos de cuatro años de duración de departamentos como Gestión y Negocios, Comunicación, Humanidades, Medio Ambiente y Ciencias Agrarias o diversas tecnologías, a diferencia, por ejemplo, de las universidades comunitarias de Estados Unidos, que ofrecen principalmente formación profesional y programas de dos años de duración que no equivalen a una licenciatura.

Las universidades comunitarias no sólo benefician a sus estudiantes, sino también a la población local en general, debido a la característica distintiva de las ICES de llevar a cabo actividades de servicio que median la conexión entre la universidad y el desarrollo de la comunidad. Estas acciones suelen centrarse en grupos socioeconómicamente desfavorecidos y se financian principalmente con las cuotas de estudio de los alumnos.

Si bien las actividades de investigación y de servicios siguen siendo la principal característica distintiva de las universidades comunitarias, cada vez es más notorio el interés por establecer parques científicos y tecnológicos, lo que significa una conexión más estrecha con la industria y una mayor atención a las necesidades de la comunidad. El enfoque en la innovación y la creación de nuevos espacios para el trabajo de producción de alta calidad, puede conducir a efectos positivos en la vida cotidiana de la comunidad (Fioreze y McCowan, 2018).

Referencias

Fioreze, C. y McCowan, T., 2018. Universidades comunitarias en el sur de Brasil: Perspectivas y desafíos de un modelo de educación superior pública no estatal. Educación comparativa, 54(3), pp. 1–20 [En línea] Disponible en: http://periodicos.unievangelica.edu.br/index.php/fronteiras/article/view/3720/3562 [Consultado el 26 de julio del 2021].

Fossatti, P., Monticelli, J. M., Danesi, L. C. y Jung, H. S., 2020. Límites de la administración de sustentabilidad en las universidades comunitarias. Fronteiras. Revista de Ciencias Sociales, Tecnológicas y Ambientales, 9(3), pp. 33–54.

Unochapecó, 2020. Las escuelas del conocimiento. [En línea] Disponible en: www.unochapeco.edu.br/info/as-escolas-do-conhecimento [Consultado el 5 de abril del 2021].

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